A lo largo de sus trece años de historia, Sink The Pink, el legendario colectivo y club nocturno LGBTQI+ de Londres, ha servido de refugio para innumerables miembros de la comunidad queer. El cofundador Glyn Fussell describe de forma humorística a los miembros del colectivo como «inadaptados sociales y galletas rotas» y como «un gran grupo de bichos raros y rechazados». Sin embargo, también admite que el sentido de comunidad que creó Sink The Pink ha tenido un efecto profundo, no solo en él, sino en todos los que han pasado por él a lo largo de los años: «Siento que todos nos hemos salvado de alguna manera».

Los antiguos integrantes de Sink The Pink están de acuerdo; la intérprete Le Fil encontró en el colectivo y su sentimiento de pertenencia el poder de perseguir sus sueños, «cuando encuentras a tu familia, juntos podéis hacer cosas más grandes»; mientras que la concursante de Drag Race UK Asttina Mandella afirma que formar parte de Sink The Pink le ofreció, tanto a ella como a sus compañeros, una plataforma para mostrar sus diferencias y contar sus historias, «contarte tú», como dice ella.

El énfasis en el glamour, la autoexpresión y la inclusividad es algo que comparten Sink The Pink y Jimmy Choo, y que queda reflejado en nuestro compromiso con la ampliación de tallas y la colaboración continua con The Trevor Project, la mayor organización mundial de prevención del suicidio e intervención en situaciones de crisis para jóvenes LGBTQ+.

Mientras Sink The Pink, que anunció su clausura este año, se prepara para su fiesta más memorable, el colectivo se ha reunido para reflexionar sobre su indeleble contribución al panorama queer, el poder del estilo personal y la familia elegida en esta película colaborativa.